Ganadora de un oscar, y posiblemente la película más conocida del Studio Ghibli, nos cuenta las aventuras de una niña para salvar la vida de sus padres en un mundo de dioses y brujas.
El carisma de los personajes y la intriga constante hasta el desenlace, hacen que las dos horas de película se pasen volando y que sea imposible captar todos los detalles con un solo visionado. Cada personaje por sí solo tiene una personalidad sobre la que podríamos pararnos a reflexionar, pero para no alargarnos, hablaremos de Chihiro, la protagonista.
Chihiro es una niña que se está mudando a una nueva ciudad, y en la primera media hora de película pasa de estar enfadada con sus padres a llorar por su cercana pérdida. A pesar de las dificultades, sigue adelante, con la ayuda de sus amigos y confiando en que al final todo saldrá bien. Su sinceridad y fuerza de voluntad consiguen que cualquiera coja cariño a esta niña perdida en un mundo que no es el suyo.

Durante toda la película, la avaricia aparece como el desencadenante de la mayoría de los problemas, pecado sin valor para nuestra protagonista, que actuará siempre sin maldad y sin perder de vista su objetivo final.
Es una película que yo pondría en clase simplemente por el placer de verla y descubrir después la interpretación que cada uno le ha dado. Por eso os invito a verla y disfrutarla con un buen bol de palomitas.