En el ámbito de la cultura visual infantil, y sobre todo hablando de las películas destinadas a este público, en occidente nos encontramos con el dominio de Disney frente a otras compañías como Pixar o Dreamworks. ¿Y qué películas se nos vienen a la mente al pensar en Disney? Puede que alguno recuerde El libro de la selva o El Rey León, pero mayormente, todos pensamos en sus princesitas: Cenicienta, La Bella Durmiente, La bella y la bestia… y no es un tema de una generación, no, es una cultura de estereotipos y valores que tiene ya unas raíces asentadas en nuestra sociedad.
Pero no toda la animación es así. A la par de estas empresas occidentales, desde oriente nos llegaban mensajes muy diferentes. Para quien lo desconozca, clásicos como Heidi y Marco vinieron de aquellas tierras, y para los que siguieron la pista del autor de estas obras, un concepto de animación totalmente diferente sería lo que encontraron. Estoy hablando de las películas de Hayao Miyazaki, un japonés al que muchos consideran el mejor creador de películas de animación de la historia.
Entre algunos de sus títulos más representativos encontramos El viaje de Chihiro, El castillo ambulante, La Princesa Mononoke y Mi vecino Totoro. La primera de ellas llegó a ser premiada con un Óscar, pero la realidad es que, en su mayoría, estas películas han pasado inadvertidas para el público occidental, por su escasa publicidad y por venir de Japón, lo que ya parece dar pie a llamar friki a las personas que la vean, o decir que los dibujos tienen los ojos muy grandes… y siguiendo con estos estereotipos se podría pensar en el de «las chicas tienen las tetas grandes», pero no. Es más, como podemos observar en la imagen, el canon de heroína para Miyazaki es completamente ordinario. En la mayoría de sus películas, las mujeres son chicas adolescentes, protagonitas o coprotagonistas de historias en las que se enfrentan a adversidades, a problemas, y los hombres están ahí, como sus compañeros, como su apoyo, pero no como un príncipe azul que las salvará con un beso.
Dejando a un lado otras muchas comparaciones que podríamos hacer, a lo largo de toda su trayectoria cinematográfica, Miyazaki ha tratado muchos temas en sus películas, siempre uniendo de forma magistral la magia de la juventud con la realidad, y lo más llamativo de todo ello es que estas películas no están hechas solo para niños. En todas ellas podemos encontrar mensajes muy profundos, que para los ojos de los niños pasan inadvertidos, y con los que se podría trabajar en el aula.
Por eso os invito a tod@s a encontrar estos mensajes, sentaros delante de la pantalla con un buen cuenco de palomitas y disfrutar de los que deberían ser los clásicos con los que crecer. Y os aseguro que después de haberlo hecho, no os habréis convertido en frikis sino en personas con un poquito más de cultura. ¡Y si no es así os devuelvo el cuenco de palomitas!
P.D: entra dentro de mis planes publicar otro artículo (o varios) comentando la forma en la que yo trabajaría con estas películas en las clases.
Algunas de las películas de Miyazaki…
Ponyo en el acantilado
Esta ya va a ser la última película de Ghibli que reseñe en el blog por el momento, y la he dejado para el final por ser la más infantil de…
El viaje de Chihiro
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El castillo ambulante
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